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Nueva crisis diplomática entre EE. UU. y Colombia: ambos países llaman a consultas a sus embajadores

Estados Unidos llamó a consultas a su Encargado de Negocios en Colombia por declaraciones del gobierno Petro. El presidente colombiano respondió ordenando el retorno de su embajador en Washington y enumeró los puntos clave de su agenda bilateral.

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La relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos entró en un nuevo episodio de tensión tras el llamado a consultas del Encargado de Negocios de la embajada estadounidense en Bogotá y la respuesta inmediata del gobierno colombiano, que ordenó el retorno de su embajador en Washington.

A través de su cuenta en la red social X, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, informó el 03 de julio a las 12:26 p.m. que se llamó a consultas a John T. McNamara, Encargado de Negocios en Colombia, debido a “declaraciones infundadas y reprensibles de altos funcionarios del gobierno colombiano”. En el mismo mensaje, Rubio afirmó que Estados Unidos mantiene su compromiso con la relación bilateral y con el pueblo colombiano, así como con prioridades compartidas como la seguridad y la estabilidad.

La respuesta del presidente colombiano, Gustavo Petro, no se hizo esperar. A la 1:19 p.m. del mismo día, también en X, informó que llamaba a consultas al embajador colombiano en Estados Unidos, Daniel García-Peña, con el propósito de informar sobre el desarrollo de la agenda bilateral. El mandatario señaló que esta decisión era “corresponsable” ante la medida tomada por Washington.

Petro reiteró los ejes fundamentales de su política bilateral con Estados Unidos, los cuales, según él, han estado presentes desde el inicio de su mandato:

  1. Transición energética y descarbonización de la economía, con proyectos de interconexión eléctrica entre América del Sur, Panamá y América del Norte.

  2. Protección ambiental, especialmente en la selva amazónica y el Chocó biogeográfico, como estrategia para mitigar el cambio climático.

  3. Lucha contra el narcotráfico, enfocada en las finanzas internacionales de organizaciones criminales transnacionales, a las que identificó como una “junta del narcotráfico” con sede en Dubái.

  4. Acuerdo migratorio que reconozca el derecho soberano de EE. UU. a decidir sobre el ingreso de personas, basado en la dignidad humana.

  5. Colaboración para una reforma del sistema financiero global, con énfasis en el intercambio de deuda por acción climática.

  6. Impulso a la paz regional en países como Venezuela, Cuba y Haití, y fortalecimiento del Gran Caribe como espacio de integración con Estados Unidos.

  7. Participación conjunta en la búsqueda de salidas pacíficas a conflictos globales, como el de Rusia y Ucrania, y la situación en Palestina.

Esta escalada diplomática ocurre tras varios episodios que han deteriorado la relación bilateral, entre ellos la suspensión de vuelos de deportación de migrantes, la reciente renuncia de Laura Sarabia al Ministerio de Relaciones Exteriores y la publicación de audios por parte del diario El País sobre un supuesto intento de golpe de Estado en Colombia.

En el Congreso estadounidense, algunos legisladores han reaccionado con dureza. El congresista Carlos Giménez, por ejemplo, afirmó que “Petro no puede seguir amenazando a Estados Unidos y luego creer que puede salirse con la suya”, y expresó su respaldo al pueblo colombiano.

La Casa Blanca ha expresado su preocupación por el estado actual de la relación bilateral, aunque sigue considerando a Colombia como un socio estratégico. Esta es la primera vez que Washington decide llamar a consultas a su jefe de misión en Bogotá, una señal clara del nivel de tensión diplomática actual.

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