En la frontera colombo venezolana, desde Arauca, el colectivo fotográfico y cultural OCRE, ha convertido la fotografía en un instrumento de salvaguarda del patrimonio cultural del municipio.
En medio de un contexto de rápidos cambios y diversidad cultural, el Colectivo OCRE reconoce el inmenso poder de la fotografía como una herramienta para resguardar la rica historia y las tradiciones arraigadas en Arauca. En un escenario marcado por las dinámicas migratorias y la interacción entre diversas comunidades, la fotografía se convierte en un vehículo capaz de capturar la esencia misma de una identidad en constante evolución.
Conscientes de la importancia de involucrar activamente a los adolescentes y jóvenes en la preservación de su patrimonio cultural, el Colectivo OCRE ha puesto en marcha una serie de programas y talleres que desde 2021 empoderan a la próxima generación de narradores visuales. A través de la capacitación en técnicas fotográficas, narración de historias a través de la fotografía y la exploración de la historia y la cultura locales, los jóvenes se convierten en custodios de su propia historia y agentes de cambio en su comunidad.
En un territorio donde las fronteras culturales se desdibujan y la identidad está en constante flujo, la fotografía emerge como un ancla de estabilidad y un medio para fortalecer los lazos intergeneracionales. Al documentar las historias de sus antepasados y capturar los cambios en su entorno, los jóvenes se convierten en guardianes del pasado y arquitectos del futuro.
El Colectivo OCRE reconoce la importancia de crear un espacio inclusivo y accesible donde los jóvenes puedan explorar su creatividad y encontrar su voz a través del arte de la fotografía. Con cada imagen capturada, se fortalece el tejido cultural de la comunidad y se fomenta un sentido de pertenencia y orgullo entre sus miembros más jóvenes.
En Arauca, el Colectivo OCRE demuestra que la fotografía va más allá de la mera representación visual; es una herramienta poderosa para preservar la memoria y fortalecer la identidad cultural en un territorio en constante cambio. Al empoderar a los jóvenes para que cuenten sus propias historias y celebren su herencia, el colectivo aporta en el camino para un futuro donde la diversidad cultural sea valorada y protegida.